sexta-feira, novembro 20, 2009

Leónidas Lamborghini: Poesía puesta en riesgo

El poeta en su casa Una de las últimas fotos de Lamborghini. (Néstor Sieira)

http://bit.ly/8RlXUc Retitado Revista Ñ AR


Hace unos días, murió el autor de "El solicitante descolocado" y otros grandes poemas de la literatura argentina. Su estilo fragmentario y paródico es analizado aquí por un poeta de las nuevas generaciones.
Por: RODOLFO EDWARDS
El poeta en su casa Una de las últimas fotos de Lamborghini. (Néstor Sieira)
Para Leónidas Lamborghini había una piedra dentro de cada palabra, por eso se empecinó en arrastrarla por toda su obra como Sísifo. Consciente del fracaso de la empresa, igual empujó una y otra vez, sin rendirse nunca, hombre de la resistencia, pasajero de un tren fantasma que se parece mucho a la Argentina.
Rompiendo con la tradición poética de Occidente, logró configurar su obra de espaldas a todas las convenciones.
Desconfiando de las palabras, percibía la realidad como un espejo astillado, que nos devuelve imágenes deformes, pedazos de una Patria dinamitada por la injusticia, los desastres sociales, el horror y la desidia. Lamborghini trata de desarmar el cerebro del autómata que flota en la inercia (el ciudadano argentino); como un neurólogo escarba en las funciones del lenguaje alteradas por la mano perversa del poder. Buen discípulo del Dante, su viaje es siempre descendente, deriva por los infiernos escaleras abajo: somos hablados por otros, vivimos en la cárcel del lenguaje, arrancando frutos negros de un árbol seco, pisando una tierra cada vez más extranjera. Aplicando la reducción al absurdo, Lamborghini sabotea las palabras, destruye el nervio del falso jolgorio comunicacional.
"Me detengo un momento/por averiguación de antecedentes/trato de solucionar importantísimos/problemas de estado; vena poética susúrrame contracto/planteo, combinación/y remate" (de El solicitante descolocado).
La palabra es sometida a todo tipo de pruebas y evaluaciones en el laboratorio lamborghiniano. Arqueólogo de la lengua, asume el habla como un depósito de chatarra, restos de una civilización perdida. Rozando los fragmentos a veces brotan tímidas corrientes eléctricas que intentan en vano restablecer la energía de todo el sistema.
Lamborghini hace "una puesta en riesgo" de la poesía. Contradiciendo las visiones apacibles que habitualmente mostraba el género, presenta un programa donde el oficio es más una condena que una bendición, genera una angustia permanente, una desesperanza. El arte para Lamborghini no es escapismo, en todo caso Lamborghini escapa hacia el centro del conflicto, huye hacia adelante; ¿para qué sirven las palabras? Como personajes de Beckett, los poemas de Lamborghini se arrojan suicidas a la muchedumbre discursiva, al bla bla bla mediático y publicitario y se descubren desnudos, sintiendo el frío implacable de la soledad. Aun así caminan, con los pies llagados, las manos ateridas, lanzando gemidos incomprensibles en la oscuridad. Como nadie escucha, en esa indiferencia se encuentra el estado más perfecto de libertad: así se desata una de las más profundas críticas al estado del género poesía en el siglo XX.
Parodia y reescritura
En una comunidad textual saturada, Lamborghini encuentra en la reescritura y en la parodia un hálito de reconstrucción. Enjuagando las palabras en un charco de agua sucia con estudiada negligencia, persiste en la distorsión, en el acople, como en una calesita infernal o en un escenario giratorio, contempla la misma escena ad infinitum, comprobando que el hombre y el pez por la boca mueren. La poesía se convierte así en un campo de batalla donde las palabras luchan cuerpo a cuerpo. Lamborghini nos hace sentir la materialidad de las palabras, su peso, longitud y diámetro, su altura y alcance, su condición de mero objeto, antes que su valor de cambio social o estético. Sustantivos y adjetivos son sometidos a una prueba de esfuerzo y se infartan en medio de la sesión. Por eso las repeticiones, el tartamudeo, la sintaxis quebrada, las supresiones silábicas, las variaciones, el juego significante que nunca es juego, porque, en cada estocada de su estilete, Lamborghini problematiza el destino de la lengua, asunto grave y delicado (le fue la vida en ello). Su artículo "El gauchesco como arte bufo" (publicado originalmente en el suplemento cultural del diario Tiempo Argentino, el 23 de junio de 1985, donde retoma cuestiones ya planteadas en "El Riseñor", de 1975) es un verdadero manifiesto, ya que en él aparecen enunciados claramente los lineamientos fundamentales de su proyecto estético: "Asimilar la distorsión del Sistema y devolvérsela multiplicada: esta ecuación seca, dura, cifra la mayor parte del Martín Fierro y del Fausto criollo. Y, de una manera total, 'La refalosa' de Ascasubi. Es, como dicen en México, darle (al Sistema) 'de su propia medicina'. Su vía de aplicación es la parodia. La parodia es el recurso reprimido que los diccionarios definen como 'lo cómico imitativo'; en términos más amplios, esto podría ser expresado así: la parodia es siempre una relación de semejanza y contraste con un modelo determinado. En ella podemos ver 'ese aire de parecido' que observaba Petrarca entre el retratado y el retrato, de parecido que no es lo mismo y de lo mismo pero parecido. La relación Padre-Hijo; y finalmente, Modelo Derivado. Vista así, toda la literatura es parodia." En este fragmento podemos apreciar el núcleo duro de la poética lamborghiniana: ese acto de "multiplicar" la distorsión es lo que pone en marcha su productividad textual.
La máquina peronista
Deconstruyendo y podando el aparato discursivo del peronismo, le infiere una luz nueva a su historia y emblemas. Lamborghini reescribe al peronismo, resaltando de sus figuras consulares aspectos plenamente humanos, tornándolos así palpables. Dramáticamente canalizados: Perón en Caracas, Evita en la hoguera. Pliegues y contornos, aristas imprevistas de la maquinaria ideológica justicialista son develados con paciencia de orfebre, con amorosa puntillosidad: en la pieza teatral Perón en Caracas, Lamborghini nos presenta un Perón en el exilio, en calzoncillos y medias blancas, padeciendo una molesta prostatitis. Reescritura de La Razón de mi vida, en "Eva Perón en la hoguera" la retórica del texto modelo es arrojada a una fuente de aceite hirviendo para devenir fluir de la conciencia de Evita: "ese deber/ese trabajo: estrictamente./no la obra de amor./no la dama. no la caritativa:/esa 'Evita'./de comedias nada./de lirismo nada: esa 'Evita'./ni cuando con los más:/nadie podrá decir./no la humillación/ni pretexto:/esa 'Evita'. Estrictamente./ese trabajo/ese deber:/la justicia." Lamborghini nos devuelve así a Evita, hace sonar su voz más íntima, como en una sesión espiritista. Esto nos remite a los procedimientos de la recordada historieta de Willy Divito "El otro yo del Dr. Merengue", una especie de Mr. Hyde criollo que aparece fantasmalmente para expresar lo que el Dr. Merengue calla o disimula. En "Eva Perón en la hoguera", joycianamente Lamborghini arranca desesperadamente las capas discursivas de la Abanderada de los Humildes hasta mostrar el hueso de su pensamiento, su furia interna, su verdad última, es "el otro yo" de La Razón de mi vida, su lado oscuro.
Lamborghini debuta con El saboteador arrepentido, publicado en forma de "plaquette", bajo el sello El Peligro Amarillo, dirigido por Luis Alberto Murray, en 1955. En el mismo año en que Lamborghini inauguraba su obra, caía el peronismo bajo las bombas de la Revolución Libertadora, iniciando un largo ciclo de proscripción y martirio. Este hecho lo marca: también Lamborghini asume desde su obra una política de la Resistencia. La Resistencia cohesiona toda su obra, en más de un sentido. "Y aquí está su poesía: Las patas en las fuentes. El título mismo es un escándalo, se entiende que para los tilingos. El lector avisado adivina. ¿Acaso no recuerda aquel épico y revolucionario atardecer de octubre de 1945, cuando las masas trabajadoras refrescan sus pies llagados en las fuentes de la 'histórica plaza'. Pero, cuidado. Esas llagas eran historia y también poesía". Así presentaba el poeta Joaquín Giannuzzi la tercera edición de Las patas en las fuentes, en 1968.
El aduanero
Paria dentro de su generación y también paria en relación a todo el sistema pórtico argentino, tan proclive a los estériles manierismos, Lamborghini hizo de la poesía un credo dogmático e intransigente, un rito alimentado por sus férreas convicciones conceptuales. No es fácil meterse en los engranajes textuales de Lamborghini; hay que atravesar aduanas, hay que descubrir contraseñas, nada está servido, pero una vez adentro, sentimos como nunca la presencia de la lengua, nos percatamos de su valor, se nos devuelve una consciencia oscurecida por el uso, los abusos y las perversiones del poder.
Clásicos conceptos como "poeticidad", "lirismo", "belleza", son destrozados por Lamborghini, brutal, radicalmente. Para don Leónidas la poesía siempre fue "otra cosa" y a tal punto fue "otra cosa" que se instaló en un metagénero donde desarrolló una rígida praxis con leyes absolutamente propias, donde palpitan diversas tradiciones, pero atravesadas sanguinariamente con la precisión de una lanza indígena. De su obstinación hizo virtud, dejando una marca de tiza en el temporal.
En los últimos años, Lamborghini publicó varios libros y también se ha reeditado buena parte de su obra. Las nuevas generaciones lo están leyendo con mucha atención, percatándose de la lozanía de esta poética que se autorregenera a cada instante, saboteando al tiempo, de ese ser y parecer joven que ha demostrado hasta el último aliento, hasta el último verso que escribió. Pero alguna vez dijo, sarcástico: "La aceptación es sospechosa"; buena frase para un epitafio.

Nenhum comentário: